Martes 29 de octubre de 2013
Hoy he estado durante toda la hora, prácticamente, un poco cansada, porque acabábamos de terminar la clase de Educación Física. También distraída porque me embobaba con cualquier cosa, así que no sé cómo me saldrá este diario, ya que, además, tengo de fondo a mi hermano viendo la tele con un volumen superalto y, ahora que lo ha bajado porque se lo he dicho, se une al follón la bonita pero estresante melodía del piar de mi pájaro. En fin, ¡que sea lo que Dios quiera!
Cuando Mari Sol preguntó si habíamos hecho los deberes, uno o varios de mis compañeros (no recuerdo cuántos) dijeron que no los hicieron. La profesora nos repitió que no debemos venir a clase con los ejercicios sin hacer, especialmente si tenemos a alguien en casa que nos pueda ayudar, y lo cierto es que tiene toda la razón. También nos tuvo que recordar que tenemos que hacer algún diario voluntario durante la semana porque si no, no avanzamos y así no hay manera. Con esto último tengo que ir aplicándome el cuento ya que solo he hecho unos tres en lo que llevamos de curso, pero ya me estoy poniendo las pilas.
Hoy también han tenido su momento de protagonismo las dichosas botellas de agua. Una vez más, ya que parece que no se nos mete en la cabeza, la profesora nos tuvo que recordar que debemos beber agua antes o después, pero no durante la clase, a excepción de que alguien un día tenga problemas en la garganta , que no era el caso. Así que ¡las botellas en las mochilas! Yo creo que es porque nos podemos distraer nosotros y también nuestros compañeros por el ruido que hace el agua al agitar la botella, el movimiento de esta y, además, si está mal cerrada y se cae, se puede mojar nuestro material o el de nuestro compañero/a.
Al fin sonó el timbre y todos nos pudimos ir al recreo.
